Selma Ottilia Lovisa Lagerlöff

Nace el 20 de Noviembre de 1858 en Marbacka, Suecia, y fallece el 16 de Marzo de 1940.

El 10 de Diciembre de 1909 un suceso sin precedente tuvo lugar: La sueca Selma Lagerlöff se convertía en la primera mujer en ganar el premio Nobel de literatura. Éste premio, como todos saben, se entrega no por un libro específico, sino por toda la obra del autor. Sin embargo también todos sabemos que "casualmente" se da después que ha salido la obra cumbre de un escritor. En el caso de Selma Lagerlöff su obra más célebre y recordada en el mundo es "El Maravilloso Viaje de Miels Holgersson"

 

Esta obra fue representada por primera vez en Tahivilla el 01/12/1971 por alumnos de bachiller y primaria que tenía en esos días. Solamente quedan como recuerdos las diapositivas que se hicieron en esa fecha. Trabajaron en el reparto, entre otros: Francisco Castro, Antonio Alba, Dolores Sánchez, Luis Machuca, Fernando Sánchez, Maribal y Marijosé Guerra.

En el año 2007, treinta y seis años después, se vuelve a poner en escenacon la participación de los siguientes actores: Beltrán Ruiz, Helena Bueno, Daniel Reyes, Óscar Gil, Antonio Sánchez, Miriam Picón, Javier Pascual, Rubén Burgos, Jesús Tenorio, Ignacio Calleja, Esteban Sánchez, Miguel Quirós, Inmaculada del Pino, Yolanda Castillejo, Leticia Castillejo, Ángela Navarro, Claudia Cantón, Violeta Cantón, María Alba, Eva Mª Estévez, Ayana Noemí, Miriam Gil, Denise García, Pablo Sánchez, Adrián García, Águeda Choquet y Fátima Listán, con la voz de Mayka Pérez en narradora.

- 23/12/07: Representación en el Club Nazaret ante unos 300 espectadores. Estuvo llena de mucho colorido, efectos especiales y fue muy aplaudida.

- 27/12/07: Se volvió a representar en las Hermanitas de los Pobres ante unos 50 ancianos. Gustó mucho y fue apludida.

 

Vivían en una cueva de la montaña de ese bosque, un bandido con su mujer y sus cinco zagales. Como el bandido estaba fuera de la ley y no se atrevía a salir del bosque, había de limitarse a poner celadas a los caminantes que se arriesgaban a pasar por aquellos parajes selváticos.

La mujer emprendía sus caminatas. Iba acompañada de cinco arrapiezos, todos provistos de un vestido de piel y calzados de corteza de abedul, y cada uno llevaba a la espalda un zurrón tan largo como su cuerpo. Cuando la mujer del bandido entraba en una granja, nadie se atrevía a rehusarle lo que pedía, porque, si no la trataban con todas las atenciones, no tenía escrúpulos en volver a la noche siguiente a prender fuego a la casa. La mujer del bandido y sus arrapiezos infundían más temor que una manada de lobos.

La mujer del bandido se puso en camino un buen día, dirigiéndose al llano para mendigar. En sus correrías de pordiosera por las casas de labranza, la mujer del bandido llegó un buen día a Oved, que en aquellos tiempos era un convento. Llamó a la puerta y pidió algo con que alimentarse. El portero abrió un ventanillo y le alargó cinco panes redondos, uno para cada uno de sus hijos. Mientras la madre estaba en el portal, los chiquillos curioseaban por los alrededores del convento.

El abad Hans proseguía su camino sin preocuparse de las quejas de su compañero. Dejó atrás los llanos y llegó a los aledaños desiertos y selváticos del inmenso bosque. El camino era cada vez más penoso. Ya sólo se encontraba un vericueto erizado de pedruscos y chaparros: ni puentes ni troncos ayudaban al viandante a pasar los ríos y los torrentes.

El viaje fue interminable y difícil. Se hundían en gargantas por veredas pendientes y resbaladizas, cruzaban eriales y pantanos, atravesaban matorrales y saltaban gigantescos troncos de árboles abatidos por el viento. Cuando ya la noche se les echaba encima, el rapaz los condujo a un prado cercado de árboles altísimos ydesnudos y de pinos cubiertos de afilado follaje. Detrás del prado se elevaba un peñascal, donde divisaron una puerta de brezo. El abad comprendió que habían llegado al término del viaje y se apeó de la mula.

Pero, callad, he aquí que una palomita torcaz, viendo tan cerca a los ángeles, pierde el miedo, vuela al hombro del hermano lego y le acaricia una mejilla. Entonces le pareció a éste que el pérfido enemigo, en persona, lo tocaba para tentarlo y seducirlo, y dio un violento manotazo a la palomita gritando con voz tan fuerte, que repercutió en toda la selva:


¡Vuelve al infierno, de donde has venido!

Ya llegaban tan cerca los coros angélicos, que el abad Hans pudo ver apariciones lumínicas entre los árboles del bosque. Los pájaros revoloteaban tan cerca del abad Hans, que éste podía cogerlos con las manos. En cambio, los animales temían al hermano lego, y ningún ave fue a posarse en su hombro, ninguna culebra jugó a sus pies.

La noche se cerró sobre la Tierra como un espeso crespón; volvió el frío, las plantas brotadas de tierra se enmustiaron, los animales huyeron, cesó el salto de agua de las cascadas, y cayeron las hojas de los árboles como en un gran chaparrón. El abad Hans sintió que su corazón, poco antes dilatado por la bienaventuranza, se le oprimía en un irresistible dolor.

El bandido y su familia abandonaron la cueva. No tardó en instalarse en ella el hermano lego, para no abandonar en su vida la selva, donde oraba sin cesar pidiendo a Nuestro Señor que le perdonase la dureza de su alma. Pero el bosque de Goinge no ha vuelto a celebrar la Natividad de Nuestro Salvador. De su antiguo esplendor ya no existe más que la planta que cogió el abad Hans.

La llaman Rosa de Navidad, y todos los años, hacia las proximidades de aquella fiesta, brotan de tierra sus verdes tallos y sus flores blancas, como si no pudiera olvidar que, en otros tiempos, vio la luz en el gran Jardín de Navidad.